sábado, 20 de agosto de 2011

Ambivalencia oportunista y compatida


Por Andrés Pascual



       Sí, Pablo Milanés comenzó a “caerle gordo a Castro” desde aquel comentario “desfavorable contra la tiranía” por lo de Celia y la prohibición a viajar a Cuba por la muerte de su madre, porque fue hecho “a los medios del pueblo” y se escuchó por televisión en vivo y directo.

       Por aquellos días, ¿1985? Arturo Sandoval le decía a la revista Cuba Internacional que “aquí todos los músicos no recibimos igual ayuda, para comprar un piano hemos tenido que ahorrar de nuestros salarios (él y sus músicos), si no…” Desde España, Pablo dijo algo de respaldo al lamento de Arturo, malo también, pero sin consecuencias, ahora, ¿Por qué razón?

       Desde principios de los 70’s, Pablo Milanés se convirtió en una figura “adorable” por los músicos y artistas españoles, tanto que el título de uno de sus discos a dúo con varios de ellos refleja la forma como le aman: “Querido Pablo”.

       Al revés de Silvio que, para los intérpretes españoles, por muy comunistas que sean, saben que no sirve para producir lo necesario como para vivir holgadamente de la profesión en el mundo de la competencia, a pesar de lo que digan. Sin embargo, Pablo vende, vende como compositor y, como cantante, es mejor que “El Esclavo de las Tinieblas”, además, son identificables en su producción las raíces cubanas.

       Si la tiranía hubiera defenestrado a Pablo por cualquiera de los comentarios que ha hecho desde mucho antes de los que hace hoy, hubiera incurrido en un error monumental, porque se arriesgaba a perder el tremendo apoyo histórico de la clase artística ibérica que tanto la ha justificado y  que el músico mueve como le da la gana (la carta firmada por más de 100 artistas y músicos, comunistas o demócratas no hace mucho, fue por la influencia de las declaraciones en la entrevista que le hiciera una revista en España) 

      Castro es un asesino, un imbécil como estadista, pero no come mierda. Entonces pasó y pasa como que nunca lo han oído para evitar los problemas, además de con España, con el público del músico dentro de la propia Cuba, porque hubiera sido muy difícíl de explicar que este individuo, tan plegado de forma oportunista al castrismo, era “un agente de la CIA, o un contrarrevolucionario consumado”, lo que hubieran podido hacer, pero no aceptaron el reto para no perder los beneficios políticos que reporta tenerlo de su lado aunque, de vez en cuando, tire alguna patada sin puntería.

     En honor a la verdad, Pablo Milanés tenía su público y Silvio el que, luego de imponerlo tanto como a Pablo, pero con menos clase, le consiguió la tiranía por fuerza de imposición.

     Hace muchos años, quizás 40, poco antes de que me pusieran preso, la tiranía concentraba a más de cinco mil terroristas en un feudo del Asesino de la Rastra, Osmani Cienfuegos, al noroeste de Candelaria y detrás de Soroa, el lugar era conocido como 5 de Mayo o el Plan Osmani; esta academia multinacional de entrenamiento la encubrían como un plan de desarrollo económico a base de talabartería, carpintería…exactamente igual a como funcionaba, por esa época y desde antes, el de Celia Sánchez conocido como Cubalse.

      Mensualmente, por lo menos dos veces, recibían la visita del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC con todos su cantantes, miembros de la Nueva Trova que, en esa época, solo eran 4: Silvio, Pablo, Sara González y Noel Nicola.

     Porque un compositor amigo mío, José Luis Pérez, me invitaba gracias a su estrecha amistad con quien también fue mi amigo y anticastrista que yo aseguro, Emiliano Salvador, pianista del grupo, asistí varias veces con ellos a aquellos “conciertos”.

     Desde que abordábamos el “robur”, Emiliano nos decía, bien bajo, “cada vez que tengo que venir aquí, vomito” y, como para no quedarse solo, miraba para Pablo y seguía “y ese también, lo que no lo dice, pero desde un día antes no se le puede hablar…” Una vez José Luis le preguntó por Silvio y le dijo, “no, no ¡cuidado con ese!”

     La única respuesta conocida de la tiranía contra Pablo fue prohibirle construir su estudio de grabaciones como le permitieron a Silvio, por lo que se puede suponer que el bayamés tiene dinero, pero no el de la cucaracha de San Antonio de los Baños.

     A través de los años, en Pablo ha primado una ambivalencia extraña con respecto al castrismo: un día viene y dice algo y mañana lo otro que lo aparta del principio y la honestidad ante la circunstancia. Esa doble moral (porque la es), le descalifica como digno de alabarse o de tenerse en cuenta a la hora de enumerar comparaciones con todo lo que ha contribuido a favor del castrismo. No fue, no es ni será un elemento luchador por la libertad de Cuba, que nadie se engañe

     Ese contubernio de aceptación mutua de circunstancias con la tiranía coloca a Pablo en el despreciable papel de elemento de vitrina, modelo en exhibición junto a la disidencia de hoy allá, para que se respete y acepte al castrismo como capaz de transigir ante el reclamo de libertad de expresión. Tanto el cantante como los opositores son los mejores defensores que se haya podido buscar esa repugnante dictadura, a pesar de todo lo que dije aquí.

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