jueves, 18 de agosto de 2011

El regreso de la Bestia


Por Andrés Pascual



       Hace dos años que algunos “intelectuales” como Antón Arrufat y Pablo Armando Fernández pusieron el grito en el cielo, porque presentaron en un programa de televisión a Jorge Serguera y a Luis Pavón Tamayo, ex director del ICRT el primero y ex principal figura del Consejo Nacional de Cultura el otro con rango  de ministros ambos.

       De inmediato, la carta a “la instancia obligatoria”, Su Santidad, con la queja de “¿Cómo es posible esto?” Porque, para andar por las ramas, esos intelectuales que se llaman a sí mismos “incondicionales de Fidel y de la Revolución…”

      Y como que ninguno es de raigambre martiana ni intelectual ni políticamente, pues la raíz del problema mejor dejarla a buen recaudo a ver si esa súplica que quisieron mostrar como queja “le ablandaba el corazón al verdadero y único responsable” y no había regreso a la penumbra…

        A Serguera y a Pavon los relacionan y responsabilizan con el “quinquenio gris”, desarrollado dentro de aquellos casi ministerios; reciben acusaciones como represores directos de figuras artísticas. Como si en Cuba cualquier dirigente pudiera actuar libremente, aunque sea “matar gusanos” más allá que el tirano; pero mejor descargar la ira contra los que no pueden tomar medidas “administrativas” ya, porque los defenestraron; pero, a pesar de todo, los asustaron por televisión “fuera de sus tumbas”…

         Serguera y Pavón reprimieron verdaderamente; pero bajo el programa de tratamiento cultural castro-estalinista que se aplica en Cuba: mordaza absoluta, censura férrea y cárcel si se necesita un escarmiento general en el sector que, en realidad, es “meterle miedo al grupo sacando a uno ó más de circulación” como le ocurrió a Jose Lorenzo Fuentes, que acusaron de “espía” y lo relacionaron con los acontecimientos de la embajada mejicana a finales de los 60’s; el caso Padilla, como el de Fuentes, eran muestras de que las acusaciones fabricadas no podían ser ni de Serguera ni de Pavón, sino que estaban en la instancia “superior”, yo diría la máxima de la tiranía.

         Ahora, Pavon y Serguera eran capaces de matar con sus manos, que no por gusto el del ICRT fue Inquisidor durante su etapa como fiscal de los llamados Tribunales Revolucionarios.

         Cuando el propio Pablo Armando y Arrufat fueron separados de sus puestos de trabajo e impedidos de escribir ni su nombre en el libro de entrada o de salida de sus nuevos empleos como “mozos de limpieza” en la biblioteca de Marianao o en la Nacional, con seguridad que no pensaron que Pavón ni Serguera tuvieran relacion con eso…pero tampoco hablaron; ni tuvieron el valor, nunca lo han tenido, de escribir una novela y solicitarle a  Ricardo Boffill, como hizo José Lorenzo, que la presentara como suya a una editorial extranjera con total liquidez de ganancias para “el padre biológico de la criatura”; a quien llevaron a la televisión castrista para que acusara de plagiador a Ricardo y no lo lograron, porque Fuentes no lo acusó.

         A Pablo Armando Fernández y a Antón Arrufat los reprimieron por homosexuales, que lo son de verdad, porque hay una época, realmente sostenida en Cuba bajo el castrocomunismo, a pesar de Mariela Castro, en la cual las visiones de fantasmas de la CIA reclutando gente puede alcanzar la paranoia para algunos y los homosexuales, por su tendencia y facilidad para hacer “amistades peligrosas extranjeras”, son pan caliente para el G-2 “por si…”

        Claro, en el caso de estos escritores que ocuparon asientos cuando lo de las “Palabras a los intelectuales” en la Biblioteca Nacional y escucharon en directo del sátrapa la consigna estalinista que impuso absolutamente el arte corrupto, cobarde y oportunista como panfleto partidista de “…dentro de la Revolución todo; fuera de la Revolución nada…” el riesgo a sufrir alguna represalia era evidente.

       Sin embargo, al homosexual y en menor grado a las lesbianas,  desde 1961, se le vigila, persigue, reprime, encarcela y hasta asesina bajo sospecha de contrarrevolución o de “gusano porque participe poco en las tareas encomendadas”, lo de gay es relativo y complementario en el 95 % de los casos.

       ¿ Cuál es la razón para que, con Castro allí, artífice omnipotente de todos los problemas, no los de Pablo Armando Fernández o Antón Arrufat; sino de la república durante 50 años, se hubiera producido semejante susto? ¿Qué ha cambiado en Cuba, después de Pavón y Serguera en cuanto a la violación sistemática de los derechos humanos, como para que dejaran de temblar estos maricones de basura?

       Ya Castro se levantó, alguien le saco la estaca del pecho como al vampiro que es. Lo peor, revivió el fantasma de 1961 en la Biblioteca Nacional, porque su reunión fue con intelectuales…menudo presagio. A su lado, Silvio y Amaury Pérez (a Consuelito la amenazó públicamente Papito Serguera con botarla por tortillera en 1969) tal vez representen “otro período extraño de  consecuencias imprevisibles”. A fin de cuentas, es el Caballero de las Tinieblas de la reacción de nuevo-viejo tipo.

       Como que dentro de los grupos de presos de la década los hay periodistas y escritores, yo no dudo que algunas medidas contra la intelectualidad reboten en zona “fair”; a pesar de que se ha visto a Pablo Armando representando a Castro y sus letras en “el extranjero”; porque allí no hay cambios, nolos habrá nunca con esa gente y, si algo se sabe, es que el dictador aplica la fuerza bruta y espera para que, como el golpe, “se baje la hinchazón y se alivie el dolor” con ayuda de analgésicos, que son sus amigos incondicionales en España, en los propios Estados Unidos y, por que no, en el Vaticano.

     

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