Por Andrés Pascual
Ningún grupo social es absolutamente malo ni completamente bueno en cuanto al comportamiento ciudadano; por ejemplo, no todos los ilegales son de hábitos de aseo reñidos con los míos, pero, si usted ve en la sección de cafeterías de Westland Mall, en Hialeah, como lo presencié yo con otros testigos, a una joven mexicana, madre de 5, decirle a uno de sus críos que hiciera su necesidad debajo de una mesa vacía, después limpiarlo con el pamper que tenía puesto la que colgaba en uno de sus brazos, tirarlo sobre el excremento y salir como “si con ella no fuera”, se asusta…por tenerlos al lado. ¡Y hay chance!
En México no hay control del pandillerismo ni del tráfico de drogas ni…los secuestros se ven tan familiares como al vecino de enfrente: a cualquier hora. Sin embargo, creo que no es en todo el país; pero, a la hora de considerar muy peligrosa la zona donde incide el problema, lo que se informa tiene carácter nacional: “por su clima de extrema violencia, no viaje a…México.
Hace un par de días se produjo una balacera a las afueras de un estadio de balompié de una localidad mexicana, por poco se matan presas del pánico decenas de personas y el tiroteo no era dentro de la instalación, quiere decir que una gran parte del pueblo azteca sobrepasa los límites de la cordura para soportar el miedo: ya no pueden y, cuando se llega a ese extremo, la palabra que se debe utilizar es “terror” ¿Por qué no se califica al territorio como presa del terrorismo delincuente, narcotraficante o lo que sea? A mi modo de ver, porque habría que colocar a algunos allá y aquí en un capitulo “sui géneris”, nuevo, en la agenda de los que apoyan y patrocinan al terrorismo.
De México no sé, pero ¿Quién puede explicar por qué cargamentos de armas enviados a ese país por la ATF, adjudicados a los fondos solicitados por Obama en los paquetes de estímulo, estén en manos de pandillas narcotraficantes que han ocasionado la muerte hasta de agentes norteamericanos? Si quiere ampliar sobre el dato lea a Armando González en la sección Opiniones del Nuevo Herald de hoy lunes 22 de agosto.
Por el lado bueno del asunto, para salvar al presidente de cualquier escándalo, pregunto ¿A quién de los encargados de manejar esos envíos se le fueron de las manos irresponsablemente?
Para embarcarlo está la forma como encubre al desviar u obviar la gravedad del problema el Ministro de Justicia, Eric Holder, provocando que gente boqui-sucia como yo, mal pensado como yo y como Roberto Luque Escalona con seguridad, le coloquemos el cartelito con la calificación, tan difícil como peligrosa de “manéjese con cuidado”, que contendría también la sugerencia, en vista de que no existe la investigación pertinente ni la voluntad por efectuarla que blanquee el objetivo, la seguridad y el beneficio de los programas al efecto, para que se juzgue por las instancias acreditadas a esta Administración por “patrocinadora del terrorismo” .
El Pacto del Zanjón, documento de capitulación sin garantías impuesto por España durante la Guerra de Independencia de Cuba, que obligó al Ejército Libertador a cesar actividades finalizando la Guerra de los 10 Años (1868-1878), tuvo como repuesta la Protesta de Baraguá, hecha por el Titán de Bronce durante su entrevista con Arsenio Martínez Campos, en la que se ratificaba el desconocimiento del inmoral acuerdo entre pusilánimes, traidores y la Corona, con un llamamiento a las acciones cuyo objetivo supremo seguiría siendo la independencia absoluta.
Por la extraña paz impuesta se produjeron dos hechos notables, dignos de considerarse a la luz de los acontecimientos de los últimos tiempos para Cuba: Antonio Maceo y Máximo Gómez marcharon al exilio en Honduras y República Dominicana, su regreso se produjo con las armas en la mano para iniciar las hostilidades en 1895.
José Martí fue la figura cimera de prestigio, de moral intachable al que se le puede considerar como “iniciador de los viajes humanitarios”, de las remesas no, esas se enviaban a la tesorería insurrecta con miras a preparar la guerra grande, organizada y dirigida desde Estados Unidos por el Apóstol…
Cuando Martí fue desterrado de Cuba dejaba toda su familia en la Isla; muchas de sus poesías, de sus artículos…dan fe del desgarramiento del alma de quien es, sin ningún tipo de dudas, “el más grande de todos los cubanos”.
Entonces, utilizando el contubernio que desembocó en la paz contaminada, regresó para ser expulsado al mes, porque la estancia la empleó en contactar, en renovar los bríos, el sentimiento anticolonialista por la independencia absoluta, que rompió las reglas impuestas a través de discursos pronunciados por invitación en el Liceo de Guanabacoa o en La Habana, en los que instó a luchar, a mantener vivas las pasiones libertarias. Martí no regresó a exhibir chucherías ni a “comerse un lechón” con socios ni a predicar contra el exilio, ayer, primera; hoy, última huella del legado insurrecto de hace más de 100 años.
A ningún elemento de la comunidad, herederos de quienes firmaron y accedieron al Zanjón, se le pide que sean como Martí, eso sería una blasfemia soñarlo. Como están los tiempos, ya no debe pedírseles nada, sino acusarlos en todos lados por su responsabilidad en la contribución a mantener viva a una tiranía que no puede envidiarle algo a la Colonia, a pesar de Weyler y la Reconcentración. La historia estará ahí como el fiscal magnífico y soberbio del juicio posterior contra estos elementos que de cubanos no tiene ni la “C”.
No quiero a los ilegales a mi lado, aunque sé que todos no son iguales, a ese caterva de antiamericanos, capaces de arrastrar consigo el germen evidentemente desestabilizador y terrorista con categoría delincuente; no quiero a mujeres a mi lado en una cola que no se bañan durante una semana porque tienen el periodo y eso “en mi país es malo”, que comen con las manos…
No quiero que vengan más fidelistas encubiertos ni apáticos ni delincuentes que violen el carácter humanista de leyes improcedentes que mancillan la historia de las luchas por la libertad de Cuba a estafar a los sistemas instituidos, con lo que pisotean el nombre siempre sagrado de la República de Cuba
No quiero gente a mi lado llamándome “papi, asere, consodque (así, con d), que vol’a, te bajo una galúa…” no quiero escuchar “tumba catao pon quinqué” ni ese tono tan agresivamente asqueroso cuando hablan que es la marca registrada del elemento de hoy allá. Y sé bien que todos no son así ni los que han llegado ni los que quedaron, pero nadie puede clasificarlos como maduros, pintones, verdes o podridos, porque la mayoría está en tan mal estado que apestan.
Por eso no quiero la reforma migratoria, como no sea la abolición del ajuste cubano y la deportación de quien viole las reglas del carácter exiliado caso cubano.
No quiero a nadie que apoye o patrocine esas leyes o decretos de alto perfil procastrista y antiamericano, por lo que tampoco quiero ni a Obama ni al Partido Demócrata con todo lo que le cuelga.
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