Por Andrés Pascual
(reeditado)
El Nuevo Herald debe ser el más virulentamente antiamericano de los periódicos en español que se editan en este país; a veces ni encubren la actitud…por eso, aunque el tirano antillano los coloque en la acera del frente, nadie le cree: el antiamericanismo es el cordón umbilical que alimenta a todas las tendencias comunistas o extremistas radicales que proliferan hoy, vestidas, a veces, de ex guerrilleros candidatos a presidencias en elecciones democráticas; de imanes de mezquitas musulmanas, de extranjeros con visas de estudiantes, o elementos con togas docentes de universidades corruptas y compradas y la bola “pica y se extiende”
Sin embargo, cuando el Nuevo Herald apoya el novísimo frente de batalla contra la integridad nacional de la Unión Americana que es la inmigración ilegal, aparenta como que un “infiltrado” enemigo ideológico invade el espacio noticioso editorial y se impone por…lo contrario del mensaje que querían enviar.
Publicado con la foto que ilustra este material, Claudia Gaitán, 29 años, nicaragüense, llego aquí hace cinco, dice que “tras las huellas de su esposo”, a quien deportaron cuando la policía le detuvo por una infracción mientras conducía sin licencia.
Con un hijo de un año nacido en su país, en “menos de lo que canta un gallo” tuvo tres hijas aquí y, como se ve en la foto, “está cargada” de otro al cual el periódico no alude, porque no ha nacido; demasiado terror para el que observa una familia que tendrá que ayudar a mantener con su trabajo en momentos de crisis “sin comerla ni beberla”.
Claudia no llegó aquí, según sus palabras, ni para enviar su dinero para Nicaragua ni para que sus hijas nacieran americanas; sin embargo, la deportación del marido y el hecho material de tres nacimientos y uno por venir en estas tierras, la contradicen. Para todo eso limpia casas al mejor postor ¿La pobre? No, el pobre es usted y soy yo…que dos más dos, a pesar de la matemática moderna, siempre dan cuatro “en la de bodega”, que es la buena.
Claro que en cuanto al mal de “vividores” del trabajo honrado y decente del ajeno en Estados Unidos, el país produce su propia hierba mala, similar a esta, en una gran parte de la población afro-americana, solo diferente en que son ciudadanos porque nacen aquí y hablan inglés; sin embargo, se conectan en el odio a este país y el gobierno los protege con montañas de decretos, enmiendas y resoluciones que es tabú cuestionarlas.
El emprendimiento cubano ha contribuido a poner a Miami en el mapa de los Estados Unidos como ciudad de interés comercial y cultural; contradictoriamente, ese fenómeno también provoca el crecimiento de la población (ilegal o no), que ha llegado aquí en los últimos tiempos desde Cuba o desde Centroamérica, que cree que están “en La Habana o en El Salvador”, que envían casi todo lo que ganan para sus países de origen y que, según ellos, por la proliferación del español, no hacen el mínimo esfuerzo por aprender a hablar inglés, lo que aleja a la ciudad del mapa americano y le ponen el sello inevitable de “ciudad más pobre y conflictiva de Estados Unidos”, que cuenta también con una significativa población negra.
Estas cuestiones no son cosa de juego y hay que tomarlas con toda la seriedad del mundo. Para el exilio verdadero de Cuba ya no hay hueco digno de ocuparse, por eso tenemos que poner en la agenda de lucha por la sobrevivencia material y política, esta que se aboca contra la inmigración ilegal; porque, para nosotros, “de aquí pa’llá no hay mas pueblo”.
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