lunes, 22 de agosto de 2011

La rebelion musulmana medirerranea y el pueblo cubano


Por Andrés Pascual



       El miedo siempre ha justificado la apatía y el desgano por el levantamiento que borre violentamente a la tiranía castrista; sin embargo, hay detalles: la disidencia, “mantenida” desde el exterior como cualquier cubano ayuda con montos inferiores a su familia, se erige en un muro insalvable al reclamo por la fuerza, porque han sido varias las veces que casi todos sus representantes, más de Europa y de los liberales que del propio pueblo, han frenado el propósito al desacreditarlo a través de cartas y comunicados de sus “líderes”, dirigidas a la opinión internacional, para que no apoyen esos procedimientos. Marta Beatriz Roque, Cuesta Morúa, Héctor Palacios, Espinosa Chepe…han sido de los que se han opuesto abiertamente a que “los cubanos tomen las calles”, en otros casos, ni mencionan el detalle como Yoani, Macho Rico, Payá, Fariñas…

       Si, hay miedo, pero en la disidencia a perder el protagonismo, el espacio de relativo brillo que han logrado como “caras visibles” de la oposición y, tanto allá como aquí, miedo a perder el negocio que, cuando están en la Isla, los amparan con el manto hipócrita de convivir en peligro por una represión que, los que la sufrimos en carne viva, por los acontecimientos de hoy, nos parece sospechosamente rara por lo consentidora; porque, nadie se acaba de convencer de que exista represión excesiva “a lo antiguo” donde alguien puede comunicarse con un show de prime-time en Miami desde la prisión para cantaletear contra la tiranía; a pesar de la negación de visas a Yoanni Sánchez que, para regresar desde Suecia, a donde había emigrado con su esposo, estuvo de acuerdo en firmar un compromiso de nunca salir de Cuba bajo ninguna opción que se opusiera a la tiranía; incluso a Guillermo Fariñas, ex matador de negros buenos en Africa como miembro de las Tropas Especiales de la dictadura castro-comunista. En ambos casos, a buscar un pergamino y un cheque realmente suculento para el misérrimo nivel de vida en la Cuba actual.

        A Biscet casi le dieron un golpe de estado durante su estancia en prisión, manejado por los “managers” de los ghandistas aquí y en Europa en cuanto al protagonismo y la vanguardia representativa en la lucha contra la dictadura. Fariñas, que hizo un deporte de la huelga de hambre y pretende repetirlo con lo de las detenciones  de corto tiempo, es un convocador al suicidio y Biscet a la lucha callejera, peligrosa para la tiranía, es decir, para una buena parte de la “oposición pacífica y para sus mentores”; mientras, sacaron de su tumba a Osvaldo Payá, por lo que se perfila otra carrera por los escaños exclusivos que dan propaganda internacional y dinero, mucho dinero.

        La onda expansiva del peligroso Mediterráneo musulmán no se reflejará en Cuba; porque, aunque en aquellas protestas se ha demostrado (Polonia y Rumania también), que no se necesitan armas si la cantidad de pueblo en la calle es más que generosa, no es menos cierto que, por la espiral que bajo la regla del “efecto dominó” convulsionó a todo el área, parece que se preparó en otras instancias, señalamiento que no exime a la Casa Blanca ni al Departamento de Estado, que no han escondido en los últimos tiempos su descontento con los colonos de Israel y los asentamientos en Gaza.

        Pudiera ser este, como para Carter en 1979-80, el próximo y definitivo Irán de una administración más peligrosa, más traidora y más antiamericana que la del Manicero de Georgia. De cualquier forma, ya no debe ser sospechoso ni sorpresivo para nadie que estén ocurriendo ese tipo de cosas que afectarán a Estados Unidos, a corto o a mediano plazo, bajo este gobierno de protección al totalitarismo castrocomunista en Hispanoamérica, o a la recalcitrancia fundamentalista musulmana en el Oriente Medio.   

        Mientras, la labor con respecto a la dictadura castro-comunista de nuestros “aliados”, aunque lo encubran, es de apoyo, por lo que planes de ayuda a ese levantamiento, para el pueblo cubano, no están permitidos.

        Lo otro, en Cuba debe existir un 60 % de apoyo a Castro a pesar de lo digan, con un 20 % de apáticos y el otro 20 tan confundidos que, si logran llegar aquí, entonces descubren que no eran anticastristas por lo de la oposición del exilio a los viajes, a las remesas, al intercambio…

         En otro orden de cosas, hay un 95 % que le tiene más miedo al capitalismo por lo que les han dicho con respecto al trabajo y a las casas que la dictadura se robó y les entregó, que a una posible muerte en las calles de cualquier pueblo o ciudad tratando de liberarse del yugo opresor.

         Si queda algún porciento es la disidencia, que no le gusta la lucha en las calles, que no reta a la tiranía violando el tabú exigido de adoctrinar a la juventud para que los acompañe, con carácter heroico, a hacer lo que ellos no pueden no saben o no quieren en la hora presente y definitiva.

                         


















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