viernes, 19 de agosto de 2011

La culpa compartida


Por Andrés Pascual



       ¿De quién es la culpa (nunca confundir con responsabilidad) por la presentación en el exilio de artistas castrocomunistas, autorizados por la tiranía, para que alimenten la polémica sobre la intransigencia del patriota golpeado como ninguno de ellos lo ha sido en 50 años de dictadura? Se supone que hay dinero grande detrás procedente de las arcas de los millonarios pro-obamistas y demócratas como Soros, Andreas y algún que otro más que se deben estar encargando de “lo que haga falta” para finalizar exitosamente la tarea, que no es, precisamente, poner a bailar en Miami a sus iguales llenos de sus propias ideas “no políticas” y de las otras: la estafa al Medicare, al sistema de Seguros, de casas hidropónicas de mariguana, la del trasiego de ilegales, la de las torturas y asesinatos de esos ilegales, sobre todo en Mejico…Esos artistas son delincuentes, ladrones, carteristas, guapos de barrio…como la mayoría de los que han llegado acá desde 1994; no son cubanos, son elementajos del feudo castrocomunista que nadie debe confundir con la histórica y desaparecida Perla de las Antillas; sin embargo, ¿Quién es el culpable de este relajo que persigue darle el tiro de gracia a un exilio aparentemente más débil e impotente que nunca para detener esta ofensiva?

       El club Aché, garito y cubil del infiel que ya tomó esta ciudad, está en una esquina de la intersección de la calle 8 y la 36 avenida del suroeste de Miami, frente a una farmacia llamada Luis; en otra esquina, a menos de 30 metros del antro alquilado por elementos castrocomunistas para provocar al exilio, en el cual despliegan retratos grandes de los “compañeros” que vienen a traer un mensaje de “amor y unidad” con esencia de la tribuna antiimperialista, el Restaurante Versalles, conocido no por ser buena su comida, que lo es, sino por ser la sede o punto de concentración diaria del exiliado de verdad durante más de 40 años. Allí un dice que ex agente de la contrainteligencia castrista, que se camufló en Cuba como narrador deportivo y fue enviado a Venezuela a darle apoyo logístico a la tiranía de Hugo Chávez, trabaja como camarero…Cuestionando el obligado respeto que merece la memoria de los 4 cubanoamericanos asesinados por la participación de otro ex agente infiltrado en el grupo porque se abandonó la sentencia que nunca se puede de “ningún agente castrista se va del todo”.

       Yo estoy seguro que uno de los deseos nunca satisfechos del sátrapa ha sido presentarse, en carácter de conquistador, en ese local, lo que tiene otra variante por lo imposible: destruirlo en su significación histórica con la ayuda de Obama.

       Pero el Restaurant Versalles, las Carretas y el local de Aché son propiedad de Felipe Valls, ícono cubano del “sueño americano” y nunca considerado pro-comunista; entonces ¿Por qué razón ese elemento actúa en un local de Felipe? ¿Por qué razón un elemento de hasta hace muy poco Inteligencia y Contrainteligencia castrista trabaja allí? ¿Cuántas otras sorpresas nos tiene preparadas el propietario para alimentar la duda que, en mi caso, tengo sobre él? ¿Cuál es la razón por la que no se pronuncia sobre tal irresponsabilidad públicamente? Que es, ni más ni menos, que la culpa que tanto él como varios otros tienen en el éxito de Obama en semejante ofensa…

       Si no se produce el esclarecimiento de tal forma convincente que despeje las dudas posibles, se hará necesario que Vigilia Mambisa y todos en el exilio destaquen al local como contribuyente indirecto a la política de perforación y destrucción de nuestra única estancia confiable para continuar la lucha; entonces, que se proceda al abandono en estampida de sus propiedades restauranteras y que sean sometidas al mitín obligado de protesta rutinaria ante casos como este.
       A mi modo de ver las cosas, ese cucaracha nombrado Hugo Cancio no es más que la cara que desvíe la atención de gente en realidad más importante que este “lleva y trae” de toda la delincuencia que, por estos lares, financi

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